jueves, 6 de septiembre de 2012

"El progreso no existe", decía aquél.

Se vanaglorian allá desde sus púlpitos, enfrente de tribunas donde se vanaglorian. Como cucarachas corretean por el mundo, unos sobre otros, chocándose, se dan palmaditas con sus antenas repugnantes, se felan cada vez que pueden y cubren de falsa modestia cada pasito que dan. No puedo distinguirlos, todos son igual de insignificantes y todos representan para mí el mismo trámite tedioso dentro de mi cometido divino. Creen que ellos son responsables y libres, creen que son totalmente autosuficientes y creen que van ampliando su autarquía manteniéndome a raya, creen que los protege la sombra de su aparentemente vasto reinado. Hace siglos creían que se salvaban por un dios o por otro, que me esquivaban por la providencia y que la fe era capaz de detener la caída de cada grano en mi reloj de arena. Con el tiempo cambiaron la dirección de sus rezos, pero con la misma ceguera y el mismo tesón seguían encomendándose a algo que la mayoría no entendía y que los que entendían, sobrevaloraban. Oh, con la madre Ciencia hemos topado. Están convencidos de que con una sutura, una inyección, un antibiótico o cualquiera de esas alquímicas soluciones estúpidas están escapando de mis manos una y otra vez. Miserables máquinas orgánicas, ciegas y complacientes, todavía se creen que sobreviven cada día porque gracias a su astucia consiguen una y otra vez una victoria épica contra lo inevitable.
Ay, si no me hubiera precipitado. Ay, si mi guadaña pudiera funcionar todavía como antaño. Ay, si no hubiera matado al afilador.

P.D: Y permítanme mis lectores (xD) que en lugar de una imagen, ponga un bello vídeo...

 "Cuéntale a otro lo del mérito, que pocas cosas más destructivas ha creado el ser humano"




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