jueves, 25 de agosto de 2011

Carta de un exiliado

Seamos honestos y comencemos por una obviedad: como exilio es una puta mierda. Huir a Italia por escapar de España es hacer bueno el ancestral dicho de salir de la sartén para caer en las brasas. Al menos, en la Italia en la que yo me encuentro, pues trazando una línea imaginaria que pase justo por debajo de Florencia, y tirando parriba, comienza otro país totalmente distinto, bastante más digno, pero que, cosas de la vida, resulta que se llama igual.

Nos vamos acercando, sin embargo, a tiempos en los que cualquier destino es bueno para huir de nuestro país. Pero insisto, seamos honestos, poco tiene que envidiar en materia de calamidad la bota al toro. Para empezar tiene a un Belrusconi que nadie quiere y al que nadie ha votado en su vida, pero eso da para otra carta. Por lo demás, la miseria, la mierda, la prostitución social y cultural y la absoluta indiferencia por todo son tremendamente superiores aquí. Aunque es cierto que la cosa no está tan malita, que se les ve felices y que los dineros no están aún tan mal. Podríamos decir que Italia es una gran mierda a flote, mientras que la nuestra, aunque ligeramente más pequeña, hace ya tiempo que se hundió.

Total, que me exilio aquí pensando que va a ser Inglaterra y me encuentro con que ni mijita. Y aún así, tan mejor que España. Y van pasando los días, y ni siquiera este ambiente de estar paseando por un Titanic llamado Atenas justo antes de irse a pique me hacen ver la silueta de mi país en las nubes ni contar las gaviotas del destierro. Sólo he claudicado en una cosa: me prometí a mí mismo no interesarme por nada de una España que hace ya tiempo que empezó a ignorarme a mí y a tantos otros. Pero no pude hacerlo.

Tanto en italiano como en español podría definirse nuestra situación actual y todo lo que me he perdido: un presidente inútil que se da cuenta de su desnudez y se bate en retirada, un nuevo candidato prometiendo el oro y el moro que ha negado y retirado mientras estaba en el gobierno, otro imbécil desnudo limpiando el trono y haciendo llamar al sastre para que vaya confeccionando el traje de gala de tela invisible, y tal y cual. El fluir ancestral de nuestra España. Sin embargo, incluso estas lenguas presentan sus limitaciones. Por ejemplo, en todo vocabulario romance no disponemos de ninguna palabra que pueda expresar con la certeza y verosimilitud lo que expresa la voz nipona "bukake". Que es, precisamente, lo que se está cocinando ahora mismo en nuestro parlamento: un grupo de unos 250 diputados dándose placer ellos solos a base de palabras bonitas y manotazos prepuciales a puntito de descargar el santo producto de sus cojones sobre una pobre dama humillada, pasiva y desvalida.

Puede haber cierta controversia sobre quién es la dama de la metáfora: solamente la Constitución o quizá todos nosotros bajo el nombre de España. Pero al final el resultado es el mismo. Si la reacción, indignación y el movimiento social no lo impide, es lo que vamos a tener. Doscientos cincuenta diputados, políticos de profesión, corriéndose de sinvergonzonería pura sobre nuestras cabezas. A tragar todos semen caínita por orden de Alemania. Y van los 250 mandaos orgullosos y fanfarrones, tocándose la polla como unos machotes. Y nosotros a abrir la boca. Así, sin referéndum ni nada.



1 comentario:

  1. ¡Qué gráfico ha sido, oye! Muy, muy explícito todo :D.
    De todas formas ya te digo que un italiano en España seguramente se sintiera parecido. Somos tal para cual, me parece desde la lejanía.

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