martes, 1 de diciembre de 2009

Murallas

Vivía en su propio reino en el que los libros, cuadernos y hojas sueltas hacían de murallas literales contra el mundo exterior. Si había algo que le gustaba hacer en la vida era leer, y podía pasarse horas muertas delante de cualquiera de las grandes historias que la humanidad había ido legando en forma de escritos, fuesen reales o ficticias. Conocía los nombres de sus autores, su vida y sus obras mejor que los de sus propios amigos. Pero si de verdad tenía un sueño, una aspiración en esta vida, era escribir. Escribir al menos la mitad de la mitad de la mitad de bien de lo que lo hacían sus maestros. Por eso, junto a todos los libros que empalizaban las paredes de su habitación, se veían lomos y portadas de hermosas libretas de escritura de las formas más diversas sobre las que esperaba escribir su gran obra maestra. Las había pequeñas, grandes, con cubiertas de cuero, de piel, de tela, negras, grises, marrones, decoradas, austeras, de hojas blancas, de hojas rayadas –no de cuadritos, los odiaba- de macas conocidas, hechos a mano… Imitaciones de las libretas sobre las que Hemingway, Cortázar, Orwell, Borges, Dumas, Stendhal, Toole, Alberti o Lorca hubieran podido plasmar sus ideas, compradas por él mismo o regaladas por sus seres queridos, conscientes y partícipes de sus sueños y esperanzas. Sin embargo, todas estas hermosas libretas que ayudaban a defender su mundo particular, absolutamente todas, estaban en blanco. Y esa era la causa de que, terminando de componer el emplaste de la fortificación, hubiera gran cantidad de viejos y ajados cuadernos escolares –hasta de cuadritos- y folios sueltos guardando sus escritos. Siempre se resistía a escribir sobre ellas y acababa utilizando los estropeados y simples cuadernones, cuando no meros folios, para plasmar las ideas o brotes de inspiración que se le fueran ocurriendo. Evidentemente, con lo mal que aún escribía, no se iba a poner a violar esas magnas libretas con sus estupideces. Ya escribiría sobre ellas cuando de verdad supiese escribir. Mientras tanto allí seguirían, acumulándose, preciosas encuadernaciones de hojas en blanco componiendo las murallas de sus sueños.

4 comentarios:

  1. Un texto muy acogedor Pedro, y que refleja muchas esperanzas. Enhorabuena HAMIJO.

    ResponderEliminar
  2. Qué guapo el texto, tío! Me ha molado mucho.

    ResponderEliminar
  3. A mí me gustaría escribir un poquito mejor, igual que a tu personaje inventado.

    A ver si con la constancia es suficiente.

    ResponderEliminar
  4. Me imagino al tío, frustradísimo y comparandose, es que las compraciones son odiosas y por algo habrá que empezar en esta vida. Animo pedrín que por algo se empieza y ya te dije que este texto me encanta como esta escrito!

    ResponderEliminar